Aún resuenan en mis oídos estas palabras de Maseru Emoto pronunciadas en el Primer Congreso Mundial de Ecología del Agua celebrado en Albacete en el Otoño del 2005 “Beber un buen agua, escuchar una buena música y pensar positivamente son las claves para disfrutar de una buena salud”.
Maseru Emoto ha dedicado toda una vida a estudiar el misterio del agua, demostrando a través de fantásticas fotografías algo que intuitivamente se ha conocido desde siempre. El agua es una entidad muy sensible que además de ser esencial para el mantenimiento de la vida, es un verdadero resonador cosmo-telúrico capaz de captar información e irradiarla. Pero esta capacidad del agua de captar información va mucho mas allá. El trabajo de Maseru evidencia que nuestra conciencia puede modificar la estructura cristalina del agua. Teniendo en cuenta que somos agua en un 70%, está clara la importancia de incorporar a nuestro organismo un agua de la máxima calidad. Sin embargo, el agua que bebemos deja mucho que desear. Las aguas se cloran y se fluorizan (el cloro y el flúor son agentes oxidantes) o se las someten a la radiación ultravioleta. En palabras de un gran conocedor del tema, el agua del grifo es “políticamente correcta”, esta limpia pero no es agua viva.
¿Qué alternativa nos queda? Si actuamos desde la conciencia podemos sanar el agua que bebemos. Maseru afirmó que el Amor y el agradecimiento son dos energías que habría que desarrollar en el siglo XXI. Están son también dos cualidades que podemos trasmitir al agua sanándola y vivificándola. Utilizaremos para ello una jarra de barro sin esmaltar, en la misma introducimos algún cristal de cuarzo, de jade o similares. Llenamos la jarra de agua y la dejamos reposar toda una noche. Antes de ingerirla, la dinamizamos realizando con una cuchara de madera giros alternativos a la derecha y a la izquierda. Los últimos movimientos siempre han de ser dextrógiros. Mientras realizamos este sencillo ritual, tal y como nos aconseja Maseru, es fundamental adoptar una actitud de Amor y agradecimiento. El agua sabrá agradecerlo, no lo dudes.